lunes, 22 de junio de 2015

El Pierre Menard procesado






La noticia es esta, la nota se reproduce de La Nación:






En el reino de los hombres, María Kodama puede seguir fiel a su batalla ultramundana y Pablo Katchadjian a la suya, que es la escritura; es la ley y su interpretación la que debe mejorar y evolucionar por Pablo y por el resto innumerable de hijos terroristas de Borges.

Pablo Gasloli, en un artículo que se reproduce en el blog de Eterna Cadencia, comenta algunos aspectos de la obra de Borges, al respecto se cita:

Da la impresión de estar frente a un abismo cuando uno intenta referirse puntualmente a ciertos aspectos de la obra de Borges. Pero es sólo una impresión. Y mucho tiene que ver con la materialidad de su escritura. Beatriz Sarlo, testigo convocada por Ricardo Strafacce –abogado defensor de Katchadjian y novelista originalísimo–, en su Borges, un escritor en las orillas, define de una pincelada la estética borgeana como “la teoría de la escritura como escritura de lecturas y no como escritura de invenciones”.



Kodama funda la demanda en los artículos 72 y 73 de la ley 11.723: defraudación a los derechos de propiedad intelectual, que establece la pena de uno a seis meses de prisión. Los derechos de Borges se acaban de pasar de Emecé a Random House Mondadori por dos millones de euros. Katchadjian hizo 200 ejemplares que valían 15 pesos; la mayoría los regaló a amigos y colegas. Es una locura pensar que Kodama quiere sacarle plata a Katchadjian. También es una locura pensar que ella pueda sentir que Katchadjian ha ofendido a Borges.


Katchadjian en entrevista con Juan Terranova, cuando se le pregunta por dos de sus obras experimentales, El Martín Fierro ordenado alfabéticamente y  el Aleph engordado, dice lo siguiente: 

Ésta sí es difícil. En el caso de estos dos libros, “lo experimental” es casi literalmente un experimento: agarrar algo, mezclarlo con otra cosa, meterlo en una máquina para ver qué sale, etc. Incluso, la historia de ambos libros es de prueba y error, intuición, intentos fallidos, etc. Bien experimental. A mí me interesa ver en dónde queda en todo esto, que parece tan frío, lo que sería “la expresión”. Porque hacer y publicar estos libros era para mí una necesidad, podría decirse, expresiva. El Martín Fierro lo ordené en un momento de desorden personal; el caso de El Aleph es más complejo, aunque hay algo así. Pero también una necesidad más general: para mí, que se puedan hacer libros así es una conquista de cierta libertad literaria. Hay muchos textos dando vueltas por ahí. Poder usarlos le da un sentido a… muchas cosas.


Estos comentarios, no se publican en el mismo periodo de tiempo, algunos aparecen en el momento en que se abre proceso, luego de 2011, otros como el de Oloixarac conociendo la noticia de esta semana. Y como ella lo dice: “Unos años más tarde, hace unos días, leo que procesan a Pablo Katchadjian y me pongo a escribir esto”.

Pablo Katchadjian es editor de La Imprenta de Argentina, una editorial pequeña, independiente. Lo que vive hoy, de forma similar y menos traumática, lo vivió Fernandez Mallo con el Remake del Hacedor de Borges. Y a pesar de todo este proceso, las obras permanecen ahí, si no de forma legal, si ilegalmente, en internet. La posibilidad de acercarnos a ellas es valiosa. Y este es el único propósito de esto y no parecer hinchas de uno u otro equipo como se quiere hacer ver en multiples artículos (aunque sin duda apoyamos a Katchadjian). Pueden acercarse aquí y leer estas dos obras tremendas, que al igual (y para dar el giro intertextual) que los esclavos en Gracias, otra novela Katchadjian, despiertan y se alzan.










CODA

Nada tan divertido como la reescritura hecha por Fogwill del Alpeh llamada Hepl a él, aquí pueden leerla

sábado, 20 de junio de 2015

Probablemente el tipo que limpia el vómito de tu hijo sea el mejor poeta que conozco


 

  I
“Siempre que regreso al escenario de mi infancia, me/ abruma lo reducido de su escala”, así comienza “El amor y su contrario” (Alacena Roja, 2014). Miguel Avero reconoce en este tres líneas de lectura: La infancia, la música y el amor. Sobre este libro nos proponemos hablar, sin embargo…


   II
José María Martínez, un hombre nacido en 1969, es el conserje de algún colegio público español y también es el autor de este libro. Esta debería ser una reseña que no sólo haga mención a su obra, sino también a la increíble ficción en la que vive la literatura. Observo esto: Quien me sirvió la mesa ayer en el restaurante es el mejor narrador que conozco, sólo un pequeño grupo de amigos lo sabe. El tipo haciendo encuestas para una multinacional en la calle, bajo el sol, es poeta, uno que envidio. En una oficina del centro de la ciudad, a la que me acerco para dejar mi currículo, atiende alguien a quien respeto como lector, probablemente no hay libro que él no sepa referenciar. Los reconozco. Reconozco en la niñera a una actriz. A veces quisiera preguntarles, ¿qué será de esto, la vida, la literatura, mañana si no funcionan los planes?

  
   III
Como amigos nos reunimos a celebrar el arte, aún cansados de la jornada laboral, nos leemos nos escuchamos nos emborrachamos y cantamos y reímos. Y a pesar de todo este talento, desaparecerán del panorama algunos cientos de autores que ahora conozco. Autores de todas partes. Autores que irán convirtiéndose en figuras y currículos y nombres en un cheque de pago. Un puñado serán al final. Sin embargo su huella permanecerá ahí. O aquí. Y esto parecerá una pena, pero no hay tal. ¿A que no adivinas que gran poeta te sirve el café en Chihuahua?


   IV
¿Cómo se supone qué es la vida de un poeta? Como la de cualquier otro, según parece. Las cuentas hay que pagarlas. El conserje limpia y se ocupa del vómito en la escuela. Vuelve a casa para ocuparse del vómito en la red… reseña, traduce, recoge las voces de los narradores muy jóvenes. Se ocupa de hacérnoslos conocer. Se ocupa de comprar sus libros. Se ocupa de amarlos aunque sean unos niños malcriados. ¿Y quién no lo ha sido? Se ocupa de la nueva ola de vómito que vive la poesía.


   V
José María Martínez entre otras cosas ha sido editor musical. Actualmente colabora con los perros románticos. Reseña de manera imparcial, aun con todo lo entusiasta que suele ser a veces, poesía de todas partes del globo. Su trabajo de traducción es admirable. Tanto en su blog, las paradojas del conserje, como en la tribu de Frida, página de la peculiar Carmen G. de la Cueva donde ha colaborado. Ahora participa como traductor en el Gaviero con el recientemente editado Post-coño de la escritura estadounidense Gabby Bess.   


   VI
La poesía de “El amor y su contrario” es bastante limpia, no sé si inocente (en la forma que lo sería un niño), un cristal limpio y transparente. No se arriesga con las metáforas, no es rimbombante, tampoco tiene este tono seco de los autores que lee y reseña repetidamente. Tampoco es fría y no hay crudeza o desazón por la vida. Hay una mirada a la infancia. Nada idealista. Del niño crecido sin ilusiones. Sin embargo, con versos tan limpios y bellos. No hay tormenta, no hay puntos oscuros. Y si los hay, son ellos sólo sombras de los objetos realzados por sus versos.

En el tebeo de Spiderman
hay dibujada
una calavera bien grande
con una vela derretida encima.
Mi padre me dice que la coloree
y así no me dará tanto miedo.
No estoy muy convencido,
y es peor cuando pienso
que no puedo colorearla,
porque una calavera es blanca,
igual que una vela es blanca.
Mi padre sonríe,
coge mis lápices
y pinta la vela de azul
sobre una calavera calabaza.


   VII
De la forma como se escriben los versos, desde donde son enfocados, es algo que aún no acabo de precisar (o me da miedo hacerlo). A veces te habla un niño. Lo sientes. De unos diez años. Nada te diría del tipo maduro que los ha escrito (sin embargo lo dice todo). Otros hablan desde el hombre invadido de música. Como un hombre de mediana edad que aun disfruta de sentarse en la oscuridad y escuchar sus álbumes favoritos.

Debajo de la cama
vive
       un muerto
pero cuando miras debajo
solo hay
            un calzoncillo.

No te engañes.
El muerto estará ahí
toda la noche
mientras sueñas con el pulpo gigante
que destruye la ciudad,
con el incendio del hogar
donde tu padre se asa como un pollo.

Un muerto vivirá
bajo tu cama
              toda la vida.
Creerás que está dormido
pero un día surgirá
              su garra helada
y te llevará con él aullando
a lo más oscuro.  
 
Concuerdo con Miguel Avero al describir tres líneas de lectura. Estas existen porque hay tres formas distintas de escritura. La que Miguel llama infancia, es la que la voz del niño, una voz vivida y sensible. Los versos son simples, sensibles, reflexivos. La musical, en la que se tocan temas más adultos, conflictos personales, los versos son más objetivos, casi prosa. El amor, la última línea que define el escritor uruguayo, es la más lírica, en la que la figura, la metáfora y un ritmo mucho más delineado aparecen. Con una pulcritud y cuidado que logran hacer eso que se supone (o me gusta suponer) que hace la poesía: hacernos sentir la vida; hacernos sentir vivos, como un golpe en la cara; despertarnos del letargo.  


   VIII
José María Marínez es el doble de Lars Von Trier. Esto me lo hizo saber mi amiga Alexandra Espinosa.


   IX
La poesía no necesita de nada distinto a la amistad. "Si Slotkin está en lo cierto, puede que la muerte de la institución de la amistad sea la muerte de la innovación en el arte". Esto lo escribe Kurt Vonnegut a un amigo, 1 febrero 1951, en una carta que recoge la editorial sexto piso y con la que prologan el libro “Mireal pajarito” del mismo autor. Kenneth Goldsmith dice que internet es un gran poema, todos lo construimos, todos somos él.


   X
Yo y mis amigos vagamos por el internet. Yo y mis amigos cambiamos el arte. Mis amigos más que yo. Ustedes más que mis amigos. Los amigos de sus amigos más que ustedes y yo y mis amigos. Los amigos de sus amigos y los amigos de estos más que sus amigos y que ustedes y mis amigos y que yo que ahora escribo esto. Se hace lo que se quiere, sólo para divertirnos. David Meza escribió en su manifiesto: “Quiero que los poetas tengan miedo a la inmortalidad y a la permanencia” y también escribió: “Quiero que mi nombre sea la vida” y “Quiero que mi sexo sea la vida” y “Quiero que mi patria sea la vida”. Y agrego: Quiero que la poesía sea la vida. Quiero que mis amigos sean la vida. Y no me importa.


   XI
“El amor o su contrario” fue escrito por el conserje de un colegio público español. No hay nada en él que no me haga pensar que ese hombre no sea un poeta. No hay nada distinto entre este libro y el álbum de The Verve que ahora escucho. No hay nada que me haga pensar que la literatura es una institución en la que sólo existes si cumples los requisitos, si publicas y ganas los premios que hay que ganar. Nada de eso existe.


   XII
Todo termina para volver a comenzar. “De camino a casa, me pregunto /si no habré encontrado una nueva / función para la inútil poesía”.



el amor o su contrario from Enrique Galdú on Vimeo.